INTRODUCCIÓN

Si entre todos los grandes personajes que vivieron y reinaron en Egipto a lo largo de sus 3.000 años de historia, tuviéramos que elegir al más representativo, no tendríamos más remedio que rendirnos ante Tutankhamon.
Podríamos referirnos a este joven e insignificante faraón como uno de los iconos de la Egiptología, al mismo nivel que las propias Pirámides. ¿Quién no ha visto alguna vez la efigie de Tutankhamon como reclamo en los sitios más insospechados? Da igual si se trata del folleto de un crucero por el Nilo, o de una caja de pañuelos del famoso algodón egipcio. Y es que a este joven faraón le cabe el honor de ser el mejor "Relaciones Públicas" de la Egiptología. Y él, con su fascinante historia, fue quien despertó el interés de muchos de los que luego habrían de dedicar sus vidas al estudio de esta milenaria cultura. Si damos credibilidad a las creencias egipcias de que al repetir el nombre de una persona fallecida, se le otorgaba eternidad, debemos pensar que Tutankhamon la ha conseguido sobradamente.
Pero para entender el motivo de la curiosidad que despierta este faraón debemos adentrarnos en los albores del Antiguo Egipto...




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